1 de febrero de 2010

Espectacular coronación en Isla Cristina


La noche del sábado, el teatro municipal Ignacio Noguera, a rebosar como siempre con la coronación de la Reina del Carnaval Rocío Rodríguez Martín, pudimos disfrutar de un espectáculo increíble, imprevisible para un pueblo de poco más de 20.000 habitantes.


Pero Isla Cristina es poseedor de un caudal inagotable de sabiduría y de arte que aparece por cualquiera en los motivos festivos, sobre todo cuando estos son carnavalescos. En este caso, los hermanos Antonio y Francis Zamudio, con la colaboración de un gran equipo de trabajo, recrearon con todo tipo de detalles grandiosos, una imaginaria historia basada en los viajes de Marco Polo a la India y a la China, en siglo XII. Captaron y transmitieron el ambiente de ambos idílicos lugares y plasmaron sobre el escenario la grandiosidad de sus costumbres. Las coreografías estuvieron a cargo de Inés Romero y Rocío Columé, con sus grupos de baile, que dibujaron sobre las tablas del ‘Horacio Noguera’, la fantasía y grandiosidad de estos países. De la India nos trajeron los exóticos bailes, donde las danzarinas, con sus largas uñas, se abrían y cerraban, mostrando los siete brazos de la reina Shira, (nuestra reina del carnaval). Y , directamente de China, nos presentaron a las damas sobre ligeros carritos. Mientras la reina, emanaba de una gran flor, a modo de pistilo bellísimo. Luego se procedió a la coronación de la reina por parte de la reina del año anterior y de María Luisa Faneca, Alcaldesa de Isla Cristina, cuyo mantenedor fue Rafael Cremades, de Canal Sur. El mago Naife, como artista invitado, nos trajo eso que siempre sorprende, la magia. En este caso de la mano de este gran artista Es por encima de cualquier acto del Carnaval, el que tiene la mayor importancia para la mujer isleña. En esta edición se cumple la cuadragésima segunda coronación desde 1969. Como presentadores estuvieron la actriz Carmen Frigolet (Charini) y Natanael López, ambos isleños.


Ya en su inicio, Miguel Gómez Martínez, lo llamó así, “mi pregón carnavalero”, que dedicó a las mujeres, porque en su versión, son quienes hacen de la fiesta de la máscara isleña, una realidad. Y basó este argumento en el apoyo, sacrificio y comprensión para soportar los cuatro meses de ensayo. Destacó la figura de Emilio Cabot del Castillo, el alcalde que se jugó su puesto y casi su libertad, al permitir que los isleños dieran rienda suelta a su imaginación, refrendada por aquella célebre frase que ha quedado para la historia de que “un pueblo que trabaja, tiene derecho a divertirse”. Miguelín sigue diciendo que su particular carnaval no comenzaba en 1968, fecha en que el carnaval se reanuda con el título de “Fiestas Típicas de Invierno”, sino en los genes que le trasmitieron sus padres y a ellos a la vez los suyos. Y cuenta que su primer disfraz, con 4 años, fue cuando su madre lo disfrazó de “niña”. Después desciende, o asciende, según se interprete el recorrido de la memoria, de quien para este cronista de ocasión, Miguelín es el gran arcano que contiene todo el saber carnavalero de su pueblo, desde que tuvo uso de razón hasta nuestros días. De ahí que repase personajes como si todos hubieran intervenido el pasado año. Su fina ironía no deja títeres con cabeza; amante de su libertad, que él defiende contra el libertinaje, arremete contra los que hicieron de la estrenada libertad el despropósito de querer ser escritores necios que con sus letras abochornaran a grandes y pequeños; hasta que se impuso el sentido común, para darse cuenta que el carnaval era mucho más.


O.I.

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