22 de enero de 2012

Perojil: "Uno es carnavalero de por vida, no se puede cambiar, es como un tatuaje"




El pregonero transformó su disertación en un entretenido viaje en el tren de los recuerdos.








Jesuli Perojil invitó a todos los pasajeros del Gran Teatro a subir a su tren de los recuerdos, una serpiente multicolor con la que fue realizando el emotivo viaje en el tiempo en que convirtió el pregón del Carnaval Colombino 2012.




Su primera parada fue para reivindicar la fiesta, que "un día entro en mi vida, espero que para no salir nunca". Porque según Perojil, "uno es carnavalero de por vida, en activo o en la distancia, pero lo es para siempre. Eso ya no se puede cambiar, es como un tatuaje". Tanto es así, observó, que "el Carnaval es un estilo de vida, una manera de ver las cosas desde otro punto de vista, me atrevería a decir que somos hasta mas felices que el resto de los mortales". Además, apuntó a ese extraño calendario de los carnavaleros que no se rige por años, sino por agrupaciones: "Puedo decir tranquilamente que conocí a mi mujer el año de Piropo, que me casé el año de Los Borjamari, que mi padre se me fue el año de Los Vázquez o que mi hijo nació el año de Las sobrinas".




Defendió la personalidad que le imprimió al pregón, su sello, y criticó que "aquí nos gusta criticar y emitir juicios de valor sobre personas que ni siquiera conocemos, porque esta fiesta no deja de ser el mas puro reflejo de la vida misma; en este bendito tren... hay demasiados revisores y muy pocos pasajeros".




Asimismo, dejó claro a los que "me atribuyen una obsesión enfermiza por acumular premios, que seguramente son los que vienen sólo a participar", que sus agrupaciones y él mismo suben "a estas tablas con intención de ganar, porque además considero que es la mejor manera de no faltarle al respeto al que ha pagado una entrada.




El que quiera participar, que se monte un carrusel y así de camino nos ahorramos las veces que hemos sentido vergüenza ajena", sentenció. Jesuli reivindicó a las personas por encima de los premios y los reconocimientos, y tuvo un gesto con su mujer, que le soporta su dedicación a las carnestolendas: "La de noches que se acuesta sola porque yo estoy con la otra, con la que tiene cuerpo de madera y que pasa mas tiempo pegada a mí que ella misma". Perojil indicó que "dicen que los artistas, antes de cualquier acto, se encomiendan a sus santos personales... yo también, pero mi santoral se compone de personas de carne y hueso", aquellos que han dejado una "huella imborrable" en su trayectoria carnavalera y que anoche subieron, de alguna forma, con él al escenario de la bombonera onubense.





Se señaló en este punto al bombín que llevaba puesto para decir que pertenece a Roque Rodríguez y el pantalón, a Manuel Fernández, "para que su categoría como poetas, y su reconocida y demostrada valía como insignes pregoneros que ya han sido me acompañen en todo momento". Apuntó entonces a su guitarra, "la última que tocó sobre este escenario mi admirado David El loco, para que sus mágicos acordes llenen de música este trayecto y acompañen mis palabras". Continuó por su abrigo, prestado por "Paco El bombo, para que su eterno compás marque la cadencia de este pregón". Luego llegó al chaleco, que "es de Amparo Correa, para que esa estrella que en el cielo lleva su nombre, cual estrella de Oriente ilumine todo mi camino". Finalmente, habló de sus tres maestros: "Diego Vega, Cristóbal Giraldo y Antonio Cabezas, para que su reconocido talento y saber hacer me sirvan de musa, de fuente de inspiración; llevo 20 años aprendiendo de los tres y no me canso".





La declamación de Perojil, aderezada con música y buen humor, acabó por llamar a los pasajeros al tren, realizando una parada en el pasado verano, cuando el presidente de la Fopac, Kiko Bogado, le anunciaba que sería el pregonero. En este punto, aseguró que "los pregoneros carnavaleros de aquí, los que presumimos de lo que somos, pregonamos por unos bocatas y una cocacola". Hablando de dinero, indicó que "como no sabemos cuándo volverá a pagarnos el Ayuntamiento... antes de cobrar yo prefiero que cobren las agrupaciones de Córdoba y Valverde, porque eso sí que daña la imagen de mi concurso y de mi ciudad".






Y regresó a 1986, cuando tenía 12 años y era un niño que descubría el Carnaval en la Peña La Colombina para luego detenerse en un hiriente pasodoble que le dedicó un grupo de Carmona y criticar a su público por aplaudir aquellos "insultos y mentiras".


Estaciones tan emotivas como la de la pérdida de su padre en 2002 o el enamoramiento de su mujer en 1995 le llevaron al colofón final: "Dicen que todos los caminos conducen a Roma; en mi caso, todos los raíles conducen a Huelva, mi fin de trayecto, la estación de mis amores, porque forma parte de mí, es mi eterna compañera de viaje".



H.I.

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